30 de agosto de 2016

Mi ciudad que no lo es

Así me me sentido hoy mientras paseaba por mi querido y entrañable Paseo de Gracia.

Y para no oír tantas lenguas diferentes y cámaras de fotos y buses turísticos repletos me he metido en Piera, una tienda de artículos de bellas artes y escritura, una de mis favoritas. Y me he salido porqué unos italianos estaban preguntando en su idioma por algunos artículos. A ver, no soy xenófoga, es que me he sentido muy agobiada porqué no hacían ningun intento de hacerse entender, ni con señas. El italiano es fácil... perdón, rectifico, no lo es; es más entendible que el inglés o el alemán, por ejemplo, para quién no los sepa, está claro; con lo cual la dependienta haciendo el esfuerzo que los turistas no hacían les llegaba a comprender. Pero no es eso tampoco, que si yo voy a otro país y me entienden en mi lengua yo me apalanco y me dejo llevar. Que yo también he sido turista y me ha gustado ir de compras y hacer fotos. Solo que ahora entiendo el por qué decían que los parisinos eran antipáticos, es que no se sentían a su ciudad como suya, una ciudad postal, como lo es la mía ahora. Y no me gusta, no.

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