18 de marzo de 2023

La vidad es puro teatro | Tópicos y primer amor


Con este vídeo empiezo una serie de monólogos tipo podcast que podéis ver en una lista de reproducción específica como Hora del Té con Magalí, en mi canal de Youtube Magalí Moon. Espero que os gusten.

11 de febrero de 2023

La vida de mis sueños | Relato compartido


LA VIDA DE MIS SUEÑOS

¿Que si me había dormido? No, qué va, cómo me iba a dormir. Estaba acordándome, no sé por qué, de un anuncio que leí hace unos años mientras hacía cola en  la panadería de Lucas. 


"Si piensas que creer es crear, si sabes que dentro de ti está la magia y crees que tus sueños pueden hacerse realidad, no acalles nunca tu voz interior"


Y así pasé la noche en vela, pensando en crear la Vida de mis sueños, empezando por dejar este trabajo que ya no me gusta,  cada día el despertador, a las 5 de la mañana, está siendo una tortura...

Espero algún día haré realidad mi sueño, ese sueño que anhelo desde que vi el anuncio


Y es que nunca es tarde. Por qué no? Mañana, mañana me pongo a ello. Será difícil, lo sé. Lo primero de todo es no decir nada a nadie hasta que lo tenga perfilado. Claro que para ello he de tomar una decisión importante que puede afectar a otras personas. Sí, efectivamente será difícil, pero no puedo seguir así.


Así que decidí tomar una decisión a la mañana siguiente y no demorarlo mas, llamaría por teléfono al anuncio de la panadería de Lucas y concertaría una visita para ver esa casa que aunque vieja, desprendía encanto, veremos las condiciones......


El interior de la casa era aún más mágico que la fachada. Con unos pocos arreglos ese sería el lugar perfecto para echar a andar mi siempre soñado taller de juguetes y regalos artesanales. 

Esa casa llevaba años esperando un inquilino, era como, cómo....Si todo ese tiempo me hubiera estado esperando. Y esa chispa, ese pensamiento me hacía creer que era el momento. Que todo iba a salir bien.


Mi sueño estaba a punto de hacerse realidad,  eso tan soñada tantas veces, amaba cada minuto en que sucumbía  a ello y me veía así,  como estaba ahora y en el lugar elegido. Solo echaría de menos a Matías, él que siempre me apoyaba, aunque no entendiera que quisiera dejarlo todo para empezar mi nueva vida...


Dijera Matías lo que dijera yo estaba decidida a cambiar de trabajo, estaba harta de levantarme a tan temprano, sobre todo en las mañanas invernales ya que aquí caen unas nevadas de cuento de navidad. Había ahorrado para cumplir mi sueño, para eso había estudiado Arte y mis manos hacían unas manualidades muy bonitas, claro que también vendería cosas de otros países.


Y ahí estaba ya, en mi nueva casa, que tras haber arreglado una habitación, una cocina y un baño, aunque fuera de forma provisional y sobre todo la zona que sería mi taller, había quedado habitable y con el tiempo, trabajo y paciencia pensaba dejarlo confortable. Ahora no sabía si seguir con el patio-jardín, que me encantaba y no quería que  por el estado en que se encontraba, todo embarrado, ensuciase la casa cada vez que entraba y salía. Pero para eso necesitaba contratar a alguien que cavase y aplanase el terreno. Estaba muy ilusionada y hacía mucho que no me sentía así.


Fui a la inmobiliaria del pueblo a pedir ayuda y al día siguiente tenía un par de trabajadores que con las herramientas en mano me dijeron que podían empezar enseguida. Y comenzaron a cavar y apartar los montículos de tierra, hojas y restos que cubrían parte del jardín. De repente oí un improperio y las voces que los trabajadores que me llamaban. Junto al olivo, a menos de 30 cm de la superficie habían dado con una desagradable sorpresa.


Rayos!!! No lo podía creer. Por lo que podía percibir entre esos escombros y runa parecía asomar algo parecido a unos restos. No podía creer que en menos de 48h mi jardín se hubiera convertido en el campamento provisional de policías e investigadores.


La cosa empezaba mal. Esto si que no me lo esperaba. Tengo que conseguir hablar con algún responsable y que me informe de qué o quién son esos restos. Nadie me dice nada.  De momento pasaré por la inmobiliaria a ver que me explican. Me gustaría saber a quién pertenecía esta casa y el por qué ha tardado tanto en alquilarse. Y si no, tendré que investigar por mi cuenta. He conocido un muchacho en el café del pueblo muy agradable, a ver si le saco algo.


Pasaban las semanas y mi jardín estaba ya despejado y tranquilo, pero yo seguía inquieta. Entre Pol y yo, así se llamaba el propietario del café del pueblo, había surgido un filing singular y aunque seguía sin sacar nada en claro del suceso, empecé a frecuentar el café con cualquier excusa. Un día quedamos para tomar una copa sin que nadie interrumpiera nuestras conversaciones. Era muy ameno y no estaba nada mal el muchacho.  Nada me incitaba a pensar que no es oro todo que reluce y que en aquella, aparente  ignorancia suya respecto a lo sucedido, estaba el quid de aquella incógnita que, junto a él yo iba olvidando. Volvía a retomar la rutina de mis creaciones que iban siendo conocidas por la zona. 


Hasta que una noche mientras dormía.... un ruido me despertó. Venía de la buhardilla, que aún no había limpiado y pensé que sería una rata. Intenté retomar el sueño pero no podía, otro sonido, esta vez más fuerte y largo  me sobresaltó. Busqué una linterna y subí con precaución. Al abrir la puerta vi que la luz estaba encendida y que hacía frío. Había una marca en el suelo, como si algo hubiera sido arrastrado hasta el rincón más alejado, junto a la ventana, que estaba abierta. Qué estaba pasando? Me dirigí hasta allí muerta de miedo y lo vi. Era en viejo y polvoriento baúl, y estaba abierto. Pero en su interior parecía vacío. Alumbré bien con la linterna y allí boca abajo había una fotografía. Al mirarla me quedé estupefacta. Era un retrato familiar de los años 70, aquellas que tenían un ligero tono magenta; y aquel niño... sus ojos.... aquellos ojos, aquel semblante... era idéntico al de Pol... No me lo podía creer.


Al ir a cerrar la ventana vi una sombra que se escabullía por el camino. No lo pude ver bien pero me pareció una figura masculina. Cuando me repuse un poco cerré la ventana, bajé y llamé a la policía. Dios santo! qué estaba pasando? 

No vinieron hasta haber amanecido. Uno de los agentes después de hacerme todo tipo de preguntas me dijo que tomarían huellas y que ya me informarían. Mientras tanto, me sugirió, sería prudente que dejase la casa un tiempo. Cuando se iban, el otro agente se acercó y me dijo que los restos encontrados eran de una mujer y una niña. Y recordé la foto, una madre con un niño y una niña....


Me sentía abatida. No quería abandonar mi sueño pero estaba sintiendo miedo. En quién podría confiar ahora?

Pensé en llamar a Matías y que viniese a buscarme pero no me parecía justo después de que para él, sin ningún motivo aparente, lo hubiese dejado todo. La verdad es que le echaba de menos pero no quería volver. Y aquí, aparte de Pol y algunas personas de los comercios que frecuentaba apenas conocía a nadie. 

De repente sono el timbre de la casa y me sobresalté. Abrí y era él.


-Qué haces aquí? Me abracé a él. Qué está pasando aquí? - me preguntó - Le miré extrañada. -Por qué iba a pasar algo? Por qué has venido ahora? Te dije que necesitaba un tiempo para encontrarme, para ver si me adaptaba a este lugar. Pasamos al salón y nos sentamos. -Estaba extrañado de que no me dijeras nada desde hace días, ni un mensaje, ni una llamada. Y ahora te encuentro así, haces mala cara. -Es que no he dormido nada. La verdad Matías es que estaba pensando en llamarte pero no me atrevía. Están ocurriendo cosas muy extrañas y tu aparición… ha sido tan oportuna, tan casual y… extraña.  -Tranquilízate y cuéntame. Por cierto, vaya cambio la casa, te ha quedado muy bien. -Cambio? Me ha quedado? si tu no la habías visto antes . -Bueno me comentaste que la estabas arreglando. -Ya. Me separé de él un poco y le miré. había algo extraño en su mirada. De repente se levantó y me dijo: voy al baño, llevo mucho tiempo en la carretera. Antes que le dijera dónde estaba el aseo, vi como se dirigía directamente al piso de arriba. Como sabe? … sonó un teléfono, me sobresalté, era el suyo, se lo había dejado en la mesita. Lo miré y me quedé petrificada al ver el nombre que aparecía en pantalla. Pol. 




19 de enero de 2023

A dónde irán los besos...


La otra tarde, una de esas que fue fiesta y sin nada que hacer ni ganas de nada, decidí que me apetecía planchar. Sonará raro en una “ama de casa” no?. No suelo hacerlo, primero porque con la secadora queda la ropa prácticamente para doblar y guardar y las prendas que necesitan plancha ahora son pocas desde que Robert se jubiló. Antes camisa limpia diaria, y se ha notado. Y la poca ropa que queda para la plancha, la repasa la señora que viene una vez por semana a hacer un poco de limpieza general. Pero esta vez, entre las fiestas, celebraciones y el cambio de armarios, se me había acumulado y me la iba mirando y pensaba, bufff, ¡¡que palo!! Y siempre iba buscando otros entretenimientos. Pero como decía, de repente me apeteció, más que por planchar, por pensar…, pongo mi música preferida y voy bailando, pensando, planchando, y no me entero del tiempo…. Y recuerdo, o sueño y disfruto haciéndolo. 

Puse uno de mis discos preferidos: Mucho más que dos, de Víctor Manuel y Ana Belén. Y cada canción me traía el recuerdo de alguna etapa o episodio de mi vida… bueno todas no, la de los mineros, pues no, pero las demás, mmmhhh,” nada sabe tan dulce como tu boca, tan solo alguna cosa que no se nombra” … sugerente. “Desde mi libertad”, me trajo una de mis vivencias más duras, mi separación… y todas las dudas que tienes antes de dar ese gran salto, y también todas las certezas, todas las esperanzas, la seguridad de que quería luchar por ser yo y la inseguridad del que sería de mi… “Lía” ni te cuento, “lía con tus brazos, un nudo de dos lazos que me ate a tu pecho, amor” …. y así llegó una muy especial, una que, aunque muchas veces escuchada no había reparado apenas, no era de mis preferidas, quizá por no ser de las más populares de ellos. El caso es que no es suya, es de Pablo Milanés y la canta con Víctor San José.  Se trata de “El breve espacio en que no estás”. Una canción preciosa que alguien me dedicó hace ya algunos años… y me hizo estremecer… a leerla entonces y al oírla después. Y aún ahora me emociona.

Otra de esas canciones, no sé porqué motivo me llevó al recuerdo de una etapa muy especial en mi vida...- “A dónde irán los besos, que guardamos, que no damos…”- hace ya muchos años, como veinte. Creo que fue la primera vez que me hicieron sentir mujer, mujer deseada por alguien más que no fuese mi marido entonces, quiero decir… y que después de diez años juntos, ya había olvidado aquella sensación que empezó en mi adolescencia y que por lo tanto no era la misma; nada tiene que ver la feminidad ni el amor, ni el deseo en la adolescencia con el de una mujer de casi treinta años. 

Fue al entrar a trabajar en la universidad. Nunca había trabajado con tanta gente y yo la única administrativa, los demás todos investigadores y profesores de varias facultades de ciencias. El primero que conocí fue al que sería mi jefe durante dos años y luego…; y ahora …. marido. ¡Que cosas tiene la vida! Pero otros más me tiraron los tejos, y yo con mis 28 años y mi tipito… Aunque nunca me había demostrado nadie hasta entonces, parece que rompía… o, más bien creo, que era la única que no llevaba bata blanca allí y se llevaban los pantalones muy ajustados. Ahora, lo veo quizá frívolo y sexista, pero como dije antes, por primera vez en mi vida, me sentí mujer. Y me regodeé en aquello, en la coquetería, en regalarme el oído y la ilusión de que gustaba. Nunca había tenido esa sensación. ¿Ahora comprendo que fue un problema de inmadurez e inexperiencia, que me podían haber llevado a cometer muchos errores… ¿o no?

Nunca estuve con ninguno (todo eso que me perdí, boba de mí, que solo se vive una vez…); solo eran miradas, palabras, bromas de aquellos universitarios, muy intelectuales ellos, pero déjalos correr, no eran piropos de albañil y te hacían sentir “importante”. Más adelante vi que eran o podían ser como todos los demás, y que pueden llegar a ser tan machistas y bastos como cualquier esos obreros (con todo mi respeto hacia estos); y más cotillas, tanto, que pueden rozar la crueldad. Al fin y al cabo, yo era de una clase inferior… porque el mundo universitario, es elitista como el que más, y los PAS (Personal de Administración y Servicios) somos la purria. Solo nos utilizan porque no tienen idea de burocracia y se ahogan en un vaso de agua. Genios de la medicina, biología, geología, químicas, pero sin saber rellenar un impreso apenas. La mayoría, que no me gusta generalizar. Ahora con la informática todo es más fácil. 

El caso y a lo que iba, es que uno de ellos fue un biólogo joven, de mi edad, doctorando entonces, becado, o sea otro “nadie”, como el PAS. Era guapo, rubio, atento, y sí, me tiró los tejos… y me hacía gracia….  si no fuera porqué yo ya me bebía los vientos por Robert. 

La vida da muchas vueltas y eso de que tenemos que vivir el presente me quedó bien claro y más que nunca un día, al salir del trabajo, cuando me enteré que el becario rubio y guapo que me pagó más de un café… -luego ya un catedrático al que se le había subido el cargo a la cabeza, y cuando me lo encontraba ni me miraba- lo acababan de enterrar. Me impresionó mucho la noticia y a Robert también. Había sido alumno suyo de doctorado.

Mientras planchaba y oía esa canción, me pregunté por un momento, que si Robert no me hubiese tirado antes los trastos; si no hubiese nacido aquella química entre los dos… si mi camino hubiese seguido un sendero diferente al fijarme en lo que era lo más normal, en un chico de mi edad, quién sabe si yo hoy… sería viuda… 

No creo en el destino marcado. Creo que cada uno escoge el sendero por donde tirar en ese cruce de caminos, sin saber lo que nos deparará. No creo que estuviera escrito que yo esté donde estoy ahora. Si el día que quedé a comer con Robert y nos pasamos horas hablando de todo, porque él se había dejado las llaves en casa y no podía entrar, y nos cogimos de la mano por primera vez, quizá, quién sabe si yo hoy…. sería viuda. Lo que sí sé es que no estaría aquí escribiendo esto. 

Somos nosotros y nuestras circunstancias, y a veces éstas nos pueden y nos desvían de lo que pretendíamos, pero es puro azar, con empujones nuestros. Quién le iba a decir al pobre chico rubio, al  eminente catedrático cincuentón, que tras ese saludable paseo en bici le cogería un infarto.

Por eso me he dicho y repetido, mientras planchaba y ahora, con una sonrisa en los labios, que hemos de vivir el hoy, plena, intensamente, porque mañana igual ya no estamos aquí. 


Escrito alguna tarde de un tiempo pasado.


11 de diciembre de 2022

Te atreves a seguir la historia?


1 - ¿Que si me había dormido? No, qué va, cómo me iba a dormir. Estaba acordándome, no sé por qué, de un anuncio que leí hace unos años mientras hacía cola en la panadería de Lucas. (Decía así: ...)