14 de febrero de 2022

A mi padre en San Valentín

Que hoy cumpliria 97 años. Entonces, en sus últimos días tan solo tenía 65. 

Fue un adiós rápido, sin apenas tiempo de despedirnos, aunque yo lo hice tres veces. 

En solo quince días desde que ingresó para hacerse unas pruebas porque le dolía el vientre, se marchó para siempre. Y nosotros le reñimos porque le había dado por beber agua de una fuente no potable y estábamos seguros que era eso, pero no, su hígado estaba ya deshecho cuando le abrieron así que le volvieron a cerrar y a esperar, nos dijeron, igual podían ser 20 días como 200, pero no, solo duró 7. Yo tenía los billetes para Menorca justo para el día que se fue. 

Teníamos la barca remolcada y mi niña de año y medio. Mi madre me dijo que me fuera que si pasaba algo ya me avisarían, pero esa misma madrugada con las maletas preparadas en el pasillo, me llamaron. 

Ellos, Robert y Nura se fueron, nada podían hacer ya y era un lío tremendo volver las cosas a su sitio. Yo me quedé a decirle mi último adiós. El día antes, casi segura que ya no volvería a ver y con el corazón encogido le había besado su tez amarillenta, pero él ya en coma no se enteró… o sí… 

Luego a esperar a encontrar billete para reunirme con ellos. Podían haber sido unas bonitas vacaciones para disfrutar de mi bebé con esa edad, que nunca más volvería a tener, pero fueron las peores de mi vida porque cuando más consciente era de lo bien que estaba, antes me venía el recuerdo de mi padre y me cogía mala conciencia por estar yo ahí tranquilamente mirando al mar sabiendo que él se había ido. Era como si no tuviera derecho a ser dichosa sabiendo su pérdida. Y no es que el mar me trajese sus recuerdos, que nunca le gustó, era de secano él, aunque fue quién nos enseñaba a nadar en la playa del Campo de Bota recién venidos del pueblo. 

Y me llegaban imágenes de todos esos momentos pero sobre todo del día que me regaló su navaja, esa pequeña navaja roja que siempre me acompaña, y que en los aeropuertos no me han detectado jamás. Fue el día que le hicieron la eco; justo fui a sustituir a mi madre a la clínica al salir del trabajo. El médico quiso hablar con un familiar y me hizo salir de la habitación. Al volver, yo descompuesta y él que no tenía un pelo de tonto me lo debió notar, a pesar de mis esfuerzos para disimular… que no es nada, que tiene piedras en la vesícula y le tienen que operar… ¿y para eso te hacen salir?… claro hombre, no ve que hay algunos enfermos muy aprensivos con las operaciones?… Pero no debió colar, me debió ver el brillo en mis ojos. 

Máximo 6 meses me acababa de decir el médico… y … ¿Cómo se digiere eso?, ¿Cómo entrar ahí y mirarle a los ojos?… No pude, y apenas hablé más, me puse a arreglarle la cama, la mesita, cualquier cosa con tal de que no me viese la cara. Me preguntó si había comido algo y le dije que no. Cogió una manzana y me la peló con aquella navaja; yo no podía tragar nada pero hice un esfuerzo, entonces pasó, me dijo: Anda vete a casa que tienes que atender a tu niña y ten, llévate esta navaja, así tendrás un recuerdo de tu padre. Me dejó helada. Sin decir nada le di un beso y él retuvo el abrazo, cosa que nunca habíamos hecho, nunca nos manifestamos cariño en casa y con él menos. 

Guardé la navaja en el bolso, aún con restos de manzana y bajé las escaleras al trote, mientras mi cara, mi cuello mis manos se llenaban de lágrimas. Ese fue mi primer adiós y uno de los momentos más duros de mi vida, porqué luego, como no, la vida me dió algunos más.  

Ahora mi recuerdo es entrañable. No hubo nunca mucha comunicación entre nosotros pero con el tiempo he aprendido que fue la persona que sin hablar supo más de mis sentimientos. Mi hija tiene tiene ya 33 y lo que más me duele es que no recuerda a su abuelo, con lo que la quería. Esta jodía que me va a enseñar a hablar en catalán, decía cuando bailaba aquel pasodoble con ella en brazos.

Tino, el carpintero de Madrigal y yo toda la vida la hija del carpintero, porque siempre fue primer actor, protagonista de su vida… los demás, solo fuimos actores secundarios de las nuestras.

Pd. Hoy que ya le falta uno de sus hijos, otro de esos momentos duros "regalados" por la vida y que tiene a otro entubado en la UCI, no sé si lo hubiese podido soportar. Madre lo aguanta, pobrecita, casi todo. Ojalá no sobreviva a más hijos.  

Ánimo hermano! ¡RESPIRA POR FAVOR! no nos dejes también, por favor. No nos hagas, no te hagas esa putada! Aguanta! Te esperamos. 

Mi amor para mi padre, para mi madre para mi hermano que ya no está y para los que están, mi amor en este día de San Valentín a mi familia. Os quiero!

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